El evangelio en lenguaje de hoy
Pasando Jesús por delante de la Asociación de Gays,
lesbianas, transexuales y bisexuales, vio a un hombre llamado Mateo, salido hace
tiempo del armario, y le dice: “Sígueme”. Él lo siguió, charlaron largo rato, y
lo invitó a comer.
Estando
a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos gays y lesbianas y se pusieron a
comer con Jesús y sus discípulos.
Al
terminar la comida y salir a la calle los vieron Pepe y Sinforosa, matrimonio muy piadoso;
escandalizados, preguntaron a Felipe:
‒ ¿Por qué come vuestro maestro con esos homosexuales?
Jesús, al
oírlo, dijo:
‒ No necesitan médico los que están fuertes, sino los débiles. No he venido a llamar a los que se consideran buenos, sino a los que
la gente considera malos.
* * *
La actitud de Jesús supone un verdadero escándalo para un judío piadoso. El Salmo 1,
que expone el ideal del buen judío, comienza diciendo:
«Dichoso el hombre que no marcha por la senda de los malvados,
y en el camino de
pecadores no se detiene,
y en la sesión de los
cínicos no toma asiento.» (Salmo 1,1)
Jesús, en cambio, pasa junto a ellos, se
detiene a hablarles, se sienta con ellos a la mesa. Por
cosas como estas terminaron matándolo.
El evangelio en la versión original de Mt 9,9-13
En aquel tiempo, al
pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos,
y le dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la
mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la
mesa con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos:
«¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al
oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están
mal. Id, pues, a aprender qué significa aquello de: ‘Misericordia quiero, que
no sacrificio’. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
Las palabras ‘Misericordia
quiero, que no sacrificio’ las toma Jesús del profeta Oseas. La gente pretendía
agradar a Dios sacrificándole animales (ovejas, vacas, toros, etc.); pero lo
que a Dios le agrada es el amor al prójimo y la compasión.