- Perdone. ¿Han abierto ya la carretera de La Cuesta a La Muela?
El chófer le dirigió una rápida mirada por el retrovisor.
- Sigue cortada desde la avalancha de nieve.
- ¿Pero se puede pasar a pie?
- A pie no hay problema… yendo con cuidado. Sobre todo, con tantos como sois.
- No iríamos todos. Sólo dos.
- ¿A ver a la familia?
- Algo así. ¿Podría pararnos usted a la entrada de La Cuesta, junto a la fuente?
- A la compañía no le gusta que paremos fuera de los sitios oficiales.
Jesús no insiste. Pero un kilómetro más tarde el autobús se detiene junto a la cuneta.
- Daos prisa en bajar, no quiero que me vean los de Tráfico.
* * *
Se han acomodado bajo la gran higuera junto a la fuente del pueblo y miran en silencio a Jesús. Él también los mira en silencio, como si dudase de la tarea que va a encomendarles. Se pone en pie, mete la mano en el bolsillo y saca unos papeles. El primero lo entrega a Pedro y Juan.
- Vosotros dos vais a La Muela. Me ha dicho el chófer que se puede ir a pie, pero que tengáis cuidado en la parte del desprendimiento.
- A mí no me des papeles –bromea Felipe-, a mi un GPS.
- Tú te vas con Bartolomé a El Rincón. El desvío está bien indicado en la carretera. No hace falta GPS. Juana y Antonia se quedan en La Cuesta conmigo. Este va a ser el campamento base. Jacobo y Tadeo, a Los Cachorros. Andrés y Santiago, a La Ciénaga. Tomás y Mateo, a Almedinilla. Simón y Judas, a Los Rebites. Si no sabéis cómo se llega, preguntad. Y no uséis atajos para ahorrar un kilómetro, que os puede costar un rodeo de cinco. ¿Entendido?
Cada pareja tiene su papel con el nombre del pueblo, que casi ninguno ha visitado de antemano.
- Cuando lleguéis al pueblo, os dirigís al bar y preguntáis por la dueña. Mejor por la dueña que por el dueño. Si habláis con ella se entera enseguida todo el pueblo de lo que ocurre.
No pongas esa cara Juana, que no lo digo en plan machista.
Le decís a la señora del bar que a Paco, el párroco, le ha dado un infarto y que no va a haber misa hasta que se cure, pero que vosotros vais a echarle una mano a la gente en todo lo que necesite, especialmente a los enfermos y a los ancianos, Que en La Cuesta hay también una enfermera y una asistente social, por si hace falta. Insistidle en que no vais a cobrar nada por vuestro trabajo, que os basta un cobertizo para dormir y algo de comer.
Os advierto que va a pasar de todo. Algunos os pondrán buena cara y os recibirán bien; otros pensarán que sois unos hippies que quieren aprovecharse de ellos. Si a algunos no os recibe nadie, os volvéis aquí, a La Cuesta, y ya buscaremos otro sitio. ¿Alguna duda?
- Lo del reinado de Dios, ¿cuándo tenemos que decirlo? –pregunta Pedro.
- De eso no digáis nada, porque no se van a enterar. Ya les hablaré yo cuando llegue.
* * *
La ficción anterior probablemente se parece más a lo que ocurrió en tiempos de Jesús que lo que cuenta el evangelio de Mateo. Porque el evangelista no se limitó a recoger las instrucciones de Jesús a sus discípulos sino que añadió las experiencias, a menudo trágicas, que tuvieron los misioneros cristianos años después de la muerte de Jesús.
La versión original de Mateo 10,11-42
Cuando entréis en una ciudad o aldea, preguntad por alguna persona respetable y hospedaos con él hasta que os marchéis. Al entrar en la casa, saludadla: si lo merece, entrará en ella vuestra paz; si no la merece, vuestra paz retornará a vosotros. Si alguien no os recibe ni escucha vuestro mensaje, al salir de aquella casa o ciudad, sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio la suerte de Sodoma y Gomorra será más llevadera que la de aquella ciudad.
Mirad, yo os envío como ovejas entre lobos: sed cautos como serpientes, cándidos como palomas. ¡Cuidado con la gente! que os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas. Os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y los paganos. Cuando os entreguen, no os preocupéis por lo que vais a decir; pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablando por vosotros.
Un hermano entregará a la muerte a su hermano, un padre a su hijo; se rebelarán hijos contra padres y los matarán. Seréis odiados de todos por mi causa. Quien resista hasta el final se salvará.
Cuando os persigan en una ciudad, escapad a otra; os aseguro que no habréis recorrido todas las ciudades de Israel antes de que venga este Hombre.
No está el discípulo por encima del maestro ni el siervo por encima del amo. Al discípulo le basta ser como su maestro y al siervo como su amo. Si al amo de casa lo han llamado Belcebú, cuánto más a sus empleados. Por tanto no les tengáis miedo. No hay nada encubierto que no se descubra ni escondido que no se divulgue. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día; lo que escucháis al oído pregonadlo desde las azoteas. No temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; temed más bien al que puede acabar con cuerpo y alma en el fuego. ¿No se venden dos gorriones por unos cuartos? Pues ni uno de ellos cae a tierra sin permiso de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los pelos de la cabeza están contados. Por tanto, no les tengáis miedo, que vosotros valéis más que muchos gorriones. Al que me confiese ante los hombres lo confesaré yo ante mi Padre del cielo. Del que reniegue de mí ante los hombres, renegaré yo de él ante mi Padre del cielo.
* * *
Lo que parece tan trágico y extraño en el evangelio es “real como la vida misma”. Infinidad de casos de los más distintos tiempos y lugares confirman que los misioneros cristianos, y muchos cristianos no misioneros, han sido denunciados, acusados, condenados a muerte. Iglesias de todo el mundo han sido incendiadas, y en algunas siguen estallando bombas en nuestros días. Conflictos que han creado terribles tensiones incluso dentro de la comunidad cristiana, y mientas a monseñor Óscar Romero la mayoría lo veneran como un santo, no falta quien lo consideran un comunista al que hicieron muy bien en matar. Un hermano entregará a la muerte a su hermano. Terrible, pero cierto.
En la historia de la iglesia se ha cumplido que No está el discípulo por encima del maestro ni el siervo por encima del amo. Si al maestro, Jesús, lo criticaron, condenaron y mataron, lo mismo ha ocurrido, afortunadamente, con muchos de sus discípulos. Afortunadamente, porque no temieron dar su vida por el Señor y han recibido la recompensa prometida.