lunes, 15 de julio de 2013

Desconcierto y rechazo (Mateo 11,20-24)


            Buenos días, Encarna. ¿Te llamo en mal momento? Si no te viene bien, me lo dices. Pero es que no puedo callarme, tengo que comentarlo con alguien. Yo no me alegro nunca del mal ajeno, bien lo sabes, pero es que me he enterado de una cosa que, la verdad, me ha alegrado. ¿Sabes que Juan se ha peleado con su primo? ¡Qué Juan va a ser! Ese que va por la calle hecho un adefesio, que solo le falta un perro para parecer un hippie. No, no huele mal, pero como si oliese. Siempre con cara de vinagre, siempre anunciando desgracias. Lo conozco desde niño y en la vida lo he visto entrar en un bar, ni salir con muchachas. No, con muchachos tampoco, la verdad sea dicha, aunque creo que tiene algunos amigos. Se pasa la vida criticando a los demás, pero él no pisa la iglesia ni para un entierro. Pues se ha peleado con su primo. ¿Qué primo va a ser? Jesús, el hijo de doña María. Con lo buena que es esa señora, y hay que ver el hijo que le ha salido. Pues se han peleado. No, doña María y su hijo no. Los dos primos. La verdad es que no sé si se han peleado los dos, o sólo Juan con Jesús. Pero ha sido un verdadero escándalo. Fíjate que Juan llevaba más de dos años diciendo que este mundo es un asco, pero que su primo lo iba a arreglar en cuanto terminara de prepararse. Que el atentado del 11-S se iba a quedar en pañales con lo que iba a hacer. Pues el otro día se enteró de que Jesús se había ido a la sierra con un montón de amigos y amigas, que también lleva mujeres, habrá que ver cómo son, y que en vez de organizar un atentado está perdiendo el tiempo ayudando a unos viejos. Aunque sean primos, yo nunca he comprendido que se traten. Jesús es muy distinto, siempre va limpio. Aunque te advierto que tampoco me cae bien. Lo encuentro muy juerguista, siempre en los bares. Incluso habla en público con la Manuela, que todos sabemos perfectamente a qué se dedica. Y a veces nos ha tirado unas puyas a Pepe y a mí, con una risita, como quien no quiere la cosa. Yo lo que me temo es que a Juan le dé por organizar el atentado por su cuenta. Menos mal que la policía lo tiene controlado. No me extrañaría que cualquier día de estos lo metieran en la cárcel. Pues volviendo a Jesús, después de todo lo que ha liado en la sierra, que lleva allí más de un mes, en dos pueblos la gente le ha dicho que ya están hartos de él y de su gente y que se vayan. Creo que le ha sentado fatal. Pero yo me alegro, Encarna. No se puede ir por la vida con tantas novedades, como si los demás no supiéramos muy bien lo que tenemos que hacer. Perdona, me están llamando por el móvil. Un beso. Sí, te tendré al tanto de lo que ocurra. Un beso, Encarna.

La versión de Mateo 11,20-24

            Entonces se puso a recriminar a las ciudades donde había realizado la mayoría de sus milagros, sin que se arrepintieran:
                ‒ ¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro o Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo habrían hecho penitencia con sayal y ceniza. Pues os digo que el día del juicio será más llevadero para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? Pues caerás hasta el abismo. Pues si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, subsistiría hasta hoy. Pues os digo que el día del juicio será más llevadero para Sodoma que para ti.

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Sinforosa y la liturgia

            Sinforosa es más fiel al evangelio que la liturgia de la misa diaria. Nos ha puesto en contacto con el conflicto interno sufrido por Juan Bautista y sus dudas con respecto a Jesús. También con las personas que criticaban tanto a Jesús como a Juan: “Vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: está endemoniado. Vino este Hombre que come y bebe, y dicen: mirad qué comilón y bebedor, amigo de recaudadores y pecadores” (Mt 11,18). En contra de Sinforosa debemos reconocer que su manera de contar los hechos difiere bastante de lo que ocurrió.
            Estos temas, tratados extensamente en Mt 11,2-19, han sido suprimidos en la liturgia para pasar directamente a la condena de Corozaín y Betsaida.

El contexto

            Hasta ahora, Mt ha presentado a Jesús como el Mesías poderoso en su enseñanza (Sermón del Monte: capítulos 5-7) y en sus obras (diez milagros, contados en los capítulos 8-9). Elige a unos discípulos y los envía para que continúen su obra (c.10).
            La actividad de Jesús ha ido creando distintas reacciones: unos creen en él, desean seguirle; otros se preguntan quién es Jesús; otros desconfían de él y lo rechazan.
            Los dos capítulos (11-12) que comenzamos a leer hoy significan una clarificación y toma de postura cada vez más radical ante Jesús. ¿Es realmente el Mesías esperado? Juan Bautista duda, otros “pasan”, los fariseos lo niegan e incluso deciden matarlo (12,14). Sin embargo, hay un grupo que, por revelación de Dios, entiende a Jesús y lo acepta.
            Estos dos capítulos terminan con un fuerte contraste: el final de los adversarios de Jesús es desolador (12,43-45), mientras que los sencillos, agobiados y cargados acaban formando la familia de Jesús (12,46-50).
            En los próximos días iremos comentando algunos de estos pasajes.

El fracaso en Corozaín y Betsaida

            Cafarnaún es citada a menudo en los evangelio, incluso se la considera “su ciudad”, de Jesús, ya que en ella desarrolla gran parte de su actividad. Sin embargo, en ningún otro momento se cuenta la actuación de Jesús en Corozaín y Betsaida. Aparecen aquí, de repente, víctimas de un duro ataque.
            Su culpa consiste en haber presenciado gran número de milagros de Jesús y no haberse convertido ni creído en él. Son peores que los peores extranjeros: Tiro, Sidón, Sodoma.
            El texto es importante porque refleja un serio fracaso de Jesús a nivel popular en la zona en la que se había movido hasta entonces. Lo que le ocurre recuerda lo que le pasó al profeta Ezequiel, al que la gente acudía para divertirse, pero no le hacían el menor caso.
            Al mismo tiempo, refleja la orientación de la actividad de Jesús: pretende la conversión, igual que los antiguos profetas, y en línea con lo dicho desde el comienzo del evangelio (“enmendaos y creed la buena noticia”).

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            En el mapa (siento que los nombres estén en inglés, pero se identifican fácilmente) falta Corozaín, que habría que situar por encima de Cafarnaún, un poco a la izquierda.