miércoles, 17 de julio de 2013

Del agobio al descanso (Mateo 11,28-30)


            ‒ Maestro, eso del yugo… ¿no podríamos cambiarlo? En mi barrio nadie ha visto un yugo ni en la tele.
            Las preguntas de Bartolomé siempre provocan dudas en el grupo. Nunca saben si Jesús reirá o responderá irónicamente. Esta vez vence la segunda opción.
            ‒ ¿En tu barrio han visto a Dios? ¿Quieres que suprimamos la palabra? ¿La cambiamos por otra?
            Pero no se ensaña con Bartolomé. Al contrario.
            ‒ ¿Qué es lo que dije del yugo?
            ‒ “Cargad con mi yugo…”
            ‒ No. Desde el principio. Desde “venid a mí”. Teníais que aprenderlo de memoria.
            Bartolomé no duda.
            “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
            ‒ ¿Qué es lo que no se entiende?
            ‒ Se entiende todo lo contrario de lo que tú quieres decir interviene Tomás. La gente está agobiada porque no tiene trabajo, casi no llega a fin de mes, o está enferma. Si les dice que vengan a ti, que tú los aliviarás, pensarán que vas a darles trabajo, dinero, o curarlos. No creo que sea ésa tu intención, ¿verdad? Y si añades que carguen con tu yugo, y que imiten tu mansedumbre pensarán que estás loco. De hecho, eso es lo que ya van diciendo por ahí.
            ‒ Peor todavía ‒interrumpe Andrés‒. Dirán que te consideras poco menos que Dios. La gente ya comenta que te consideras superior a los curas y a los obispos, si ahora te pones como modelo… Eso no lo han hecho ni los santos.
            Hoy parece que estáis todos contra mí.
            ‒ No, maestro, ya sabes que te respetamos mucho. Pero es que la gente luego pregunta y tenemos que saber claramente lo que piensas.
            María intenta suavizar la tensión.
            Maestro, el problema es que a ti te gusta mucho la Biblia y hablas a veces como la gente de hace veinte siglos, de pájaros, flores, ovejas, yugos…
            ¿Qué queréis que le diga a la gente? ¿Qué cargue con mi ordenador, que es un portátil ultraligero?
            Bartolomé aprovecha la sugerencia.
            No sería mala idea. Cuando hablas del yugo te refieres a las leyes y normas de la iglesia, ¿verdad?
            Más que a las leyes, a su interpretación.
            Pues di que la gente está agobiada por 10 gigas de interpretaciones y que tú se las cambias por 1 mega.
            Entonces sí que no se enteran de nada. Más vale dejarlo como está.

La versión original de Mt 11,28-30

            Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
            Cargad con mi yugo,
            y aprended de mí, que soy manso y humilde,
            y encontraréis vuestro descanso.
            Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

Del agobio…

            El evangelio de hoy se limita a estas pocas palabras, muy famosas, pero que sólo se encuentran en el evangelio de Mateo. Y esto nos ofrece una pista bastante útil para su interpretación.
            Criticando a los escribas y fariseos, dice Jesús en Mt 23,4: “Lían fardos pesados y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo.
            La imagen del fardo pesado se refiere a la interpretación farisea de la ley, una auténtica tortura para la gente, que se siente cansada y agobiada.

al descanso

            Como remedio a esta situación Jesús invita a venir a él, cargar con su yugo, aprender de él. Las tres cosas son importantes para superar una interpretación rigorista de la ley.
            El primer paso es ponerse en contacto con Jesús. Sin esta relación personal, todo queda en pura lucha entre ideologías opuestas.
            El segundo paso es cargar con su yugo. El símbolo del yugo se aplicaba, en sentido religioso, a la Ley de Dios. En nuestro caso, parece referirse a la interpretación llevadera y ligera que Jesús hace de la Ley.
            En tercer lugar, es esencial aprender de él, de su actitud y su conducta. Decir que Jesús es “manso” no resulta muy atractivo porque recuerda a un tipo de toro. Pero es precisamente esta imagen del toro manso frente a la del toro bravo la que más ayuda a entender la idea. Jesús no es el fariseo intolerante, como lo fue san Pablo en sus comienzos, que va por la vida acorneando, persiguiendo a quien no cumple la voluntad de Dios tal como él la interpreta. Es el maestro paciente, comprensivo, que sabe perdonar todo tipo de fallos.

Dos ejemplos valen más que mil palabras

             La continuación del evangelio de Mateo demostrará con dos ejemplos concretos que la interpretación de la Ley ofrecida por Jesús es un yugo suave y llevadero, y que su actitud es mansa y humilde. El primero de esos ejemplos lo leeremos mañana.